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Dolorosos relatos de la tragedia en la mina La Chapa en Tasco, Boyacá

Las familias de las 15 víctimas dicen que la minería es dura, pero es lo único para sobrevivir por las pocas oportunidades que hay en el campo.

Continúan las labores para hallar a cuatro desaparecidos en la mina La Chapa. Foto: W Radio.

Continúan las labores para hallar a cuatro desaparecidos en la mina La Chapa. Foto: W Radio.

Aproximadamente a las 4:30 p.m. del pasado 26 de febrero se escuchó una explosión en la mina La Chapa ubicada en zona rural del municipio de Tasco (Boyacá), dejando 15 trabajadores atrapados; cuenta doña Danisa Gómez, en un principio todo era silencio y luego las sirenas de Salvamento Minero comenzaron a sonar, y ahí empezó su angustia por tres de sus familiares.

“Fue un rumor que corrió y que no creímos, vinimos hasta acá no había absolutamente nada, pero creímos que era mentira, (…) pero efectivamente era cierto que había una explosión dentro de la mina. Había 15 mineros adentro, tres de mis familiares laborando y pues hasta el último momento pensamos que iban a estar bien”, solloza Danisa.

Sus familiares víctimas en esa tragedia son: Víctor Ochoa, Asdrúbal Estupiñán y Samuel Rincón, la señora Gómez no sale del asombro, en medio del dolor piensa que los socorredores tardaron en llegar.  

“No esperábamos una situación difícil, ya lo habíamos vivido una vez y son cosas que no se logran superar. Yo trato de darle fuerza a mi familia, pero todo esto es fuerte”, narra.

-      De bachilleres para las minas

Fermín Montoya, perdió familiares y amigos en La Chapa, dice que son los esposos de sus dos sobrinas, dos primos y dos sobrinos de una cuñada. Montoya es periodista piensa en las vicisitudes o adversidades de los caminos de la vida, pues la mina era considerada una de las más seguras.

Mi sobrina queda con tres hijos, la otra quedó con dos; hay un caso particular de un vecino que había luchado durante mucho tiempo para tener su bebé y no alcanzó”, cuenta.

Fermín, en medio del llanto de las familias, evoca La Rebelión de las Ratas de Fernando Soto Aparicio, para él nada es distinto a esa nóvela porque todo sigue siendo igual, jóvenes saliendo de bachilleres directo a las minas, pues desde hace mucho tiempo el campo dejó de producir, no encuentran recursos para ir a la universidad, no hay otra opción de vida.

No hay oportunidades de estudio, no hay oportunidad de trabajo de otra cosa porque el campo no es rentable y es una situación social que hemos venido analizando desde hace unos 30 años”, dice.

Sobre sus amigos, los conoció a la gran mayoría cuando eran pequeños, jugando al fútbol o de visitas los fines de año porque en el campo todo el mundo se conoce y se protege.

“En el caso de Yesid y Pablo recuerdo cuando tenían 5 y 6 años, iban a la casa de mis papás les vendíamos la leche a los papás. En el caso de Robinson era el hijo de una prima bastante joven”, piensa.

-      Fuimos el relevo de nuestros compañeros

Aníbal Contreras, amigo de uno de los mineros atrapados, tiene la mirada pérdida en el suelo negro, reconoce su tristeza por la muerte de sus compañeros de trabajo y dice no tener suficientes palabras para describir el momento.

“Otros 20 compañeros estábamos en turnos contrarios, nosotros estábamos en la hora de la mañana, hicimos cambio de turno al mediodía y todo estaba normalidad”, asegura.

Según Contreras todos los niveles de gases estaban bajo los parámetros, a pesar de la muerte de sus compañeros no dejará la minería; le parte el alma saber que en su región los niños crecen y como relevos generacionales están destinados arriesgar sus vidas para llevar el pan a sus hogares.  

Con el dolor del alma, pero lamentablemente en esta región este (la minería) es el único sustento que tenemos”, dice y se toma la cara con sus manos anchas.

Quienes ya no están eran sus hermanos, amigos que compartían desde hace en la minería como su segundo hogar. “Qué vamos a hacer hoy viejo, me parece estar escuchándolos, sentir esa mano amiga”.

-      El socorredor que busca sus amigos vivos o muertos

Jesús María Parada, lleva 14 años trabajando como socorredor, durante ese tiempo ha atendido emergencias mineras en varias regiones del país, pero lo más duro es ir a rescatar a sus amigos.

Es duro porque prácticamente todos somos compañeros en la labor que realizamos, y es duro ver a los familiares destrozados de no poder recuperar los cuerpos”, mira el piso y deja descolgar sus brazos, lleva horas trabajando en La Chapa.

En la emergencia se requiere de un circuito cerrado, con una cuadrilla de 14 socorredores avanzaron 1900 metros para buscar el milagro, se relevan cada hora con un grupo del mismo número y sabe que para ellos también hay riesgo de salir sin vida.

“Es un riesgo 100% porque muchas de las veces uno puede afectarse cuando va uno a rescatarlos, en varias ocasiones nos ha ocurrido”, narra.

Don Jesús María Parada, se sienta al lado de sus compañeros con marcas negras en sus rostros y cascos blancos, los mira y con resignación dice que en la minería hace falta más rigor en el control.

“Esto de la minería, así sean las mejores empresas, no es segura. Las emisiones de gases pueden aparecer en lo menos esperado, es una lotería”, puntualiza.

Por ahora la Agencia Nacional de Minería confirma el rescate de los cuerpos sin vida de 11 mineros y cuatro desaparecidos que siguen siendo buscados por parte de los socorredores de salvamento minero.

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