El doble parámetro de la Fiscalía en la investigación por corrupción carcelaria
Fiscal pedía que Ramiro Suárez Corzo siguiera en hospital de Cúcuta pero CTI pide que guardián sea trasladado a cárcel común.

El doble parámetro de la Fiscalía en la investigación por corrupción carcelaria
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Fiscalía General de la Nación. Foto: Colprensa.
El cohecho es un delito de doble vía pero aparentemente en la actual Fiscalía le va mejor a los sobornadores que a los sobornados.
La fiscal Aida Esperanza Moreno que investiga la red de corrupción en la cárcel de La Picota pidió, por escrito, en una carta absurda, mantener a Ramiro Suárez Corzo en el Hospital Erasmo Meoz de Cúcuta desde donde manejaba campañas electorales para alcaldía y gobernación, mientras el CTI (es decir el Cuerpo Técnico de Investigaciones de la misma Fiscalía) pide que uno de los guardianes sobornados por Suárez Corzo –y testigo del caso– sea llevado a una cárcel común.
La historia es esta. Ya no existe ninguna duda sobre la existencia de los sobornos. La Unidad Investigativa del diario El Tiempo publicó este fin de semana una serie de audios en los que el exalcalde Ramiro Suárez Corzo admite que le pagaba a funcionarios del Inpec.
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Entre los sobornados está el dragoneante Cristian Oswaldo Oviedo Mogollón quien, como lo registramos en El Reporte, acepta que recibió 13 millones de pesos de Suárez Corzo. En realidad fueron 14 millones que recibió en una cuenta del Banco BBVA que alguien depositó en efectivo en Cúcuta.
El dragoneante Oviedo está en un proceso de colaboración en la Fiscalía y tiene bastante información, no solo de Ramiro Suárez Corzo, sino del funcionamiento de la red de corrupción carcelaria ya que él fue coordinador de detenciones domiciliarias de La Picota y también estuvo a cargo de los dispositivos electrónicos de rastreo de presos, los llamados brazaletes.
Los exámenes médicos demostraron que el homicida Ramiro Suárez Corzo, condenado a 27 años de prisión, no tenía ninguna enfermedad que ameritara su permanencia en el Hospital Erasmo Meoz de Cúcuta. Por esa razón salió del Hospital San Carlos en Bogotá y goza a esta hora de la dorada estadía en el pabellón Ere Sur de La Picota en donde el mayor riesgo que pueda padecer es el de indigestión, si participa en los opíparos almuerzos que allí se sirven.
Mientras tanto el sobornado guardián del Inpec, Cristian Oviedo, está recluido hace dos meses en la estación de Policía de Los Mártires. Un juez ordenó que fuera trasladado el Centro de Estudios Superiores de la Policía, Cespo, ya que sus declaraciones eventualmente involucrarán a funcionarios del Inpec por lo cual no es seguro que lo manden a una cárcel controlada por guardianes del mismo Inpec.
El viernes, el CTI –es decir la Fiscalía– pidió que fuera recluido en una cárcel corriente. Lo cual él, su familia y su defensa consideran un riesgo inminente para su vida.
Consulté anoche al coronel Fernando Gutiérrez, director del Inpec, quien aseguró que él encuentra razonable que el dragoneante Oviedo sea trasladado a un lugar que considere seguro para su vida.
Fernando Gutiérrez, director Inpec
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“Sí, por supuesto. Desde el Inpec tenemos la obligación constitucional de salvaguardar la vida de todas las personas que están privadas de la libertad y respetar el debido proceso. Que pueda dar sus declaraciones con toda seguridad y con toda tranquilidad ante la Fiscalía General de la Nación. Entonces estamos a la espera de que la defensa envié la solicitud para poder analizarla y tomar las medidas del caso en el marco de la norma, los procedimientos y los protocolos, entendiendo que los cupos en las guarniciones militares y policiales no los da el Inpec sino es otro procedimiento. Aun así estamos prestos y con toda disposición para que pueda estar seguro y aparte de eso pueda dar su declaración con toda tranquilidad a la Fiscalía”
El Reporte Coronell habló con la abogada Ángela Patricia Chicué, ella es la esposa del dragoneante Cristian Oviedo.
En La Picota ha pasado de todo desde la fuga de Juan Castro Estupiñán, alias ‘Matamba’, hasta los paseos del corrupto empresario Carlos Mattos quien tenía como pajes, choferes y cargamaletas a los guardianes del Inpec y salía a despachar sus negocios cada vez que quería. Ahora, ese ilustre delincuente está cómodamente recluido en una mansión de dos puertas por diferentes calles en Barranquilla, como lo revela la más reciente edición de la revista Cambio.
Los señores como él y como Ramiro Suárez Corzo siguen en lo suyo. La cuerda siempre se revienta por lo más delgado.