Más de 124.000 personas siguen desaparecidas en Colombia: directora Unidad Búsqueda de Desaparecidos
En Fundación, Magdalena, la UBPD realiza una acción humanitaria para recuperar restos sin identificar que podrían corresponder a víctimas del conflicto armado.

Unidad Búsqueda de Desaparecidos
Durante una visita al cementerio Centenario San Rafael, en Fundación, la directora de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD), Luz Janet Forero Martínez, explicó que esta labor hace parte del segundo momento de la búsqueda: la prospección, es decir, la recuperación de cuerpos a partir de investigaciones extrajudiciales que señalan posibles sitios de interés forense.
En esta región, según el plan regional en marcha, se esperan encontrar los restos de al menos nueve personas, aunque los equipos forenses saben que en una misma bóveda pueden hallarse más de un cuerpo.
Una de las búsquedas está relacionada con un caso que actualmente se tramita ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Aunque la identidad de la víctima se mantiene reservada por seguridad, la directora explicó que los procesos orientados por tribunales internacionales son considerados prioritarios. “Todas estas búsquedas que se nos orientan desde los tribunales internacionales terminan siendo criterios también de prelación”, afirmó.
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En uno de los puntos intervenidos, los restos hallados podrían corresponder a una persona desaparecida en los años 90, tras ser retenida por un grupo armado ilegal. Francisco Vera, coordinador territorial del Magdalena, explicó que aunque el rastreo documental fue escaso, otras fuentes de información permitieron consolidar la hipótesis de que su cuerpo fue sepultado en ese cementerio tras ser trasladado desde otra zona. En esa misma bóveda se encontraron más restos humanos, lo que obliga a un trabajo de verificación para establecer si corresponden a personas de interés para la Unidad.
Cada paso en este proceso involucra a las familias, cuya persistencia ha sido clave para mantener viva la búsqueda. Una de ellas es Maryuriz Rodríguez Caballero, fundadora de la organización Familiares Colombia. Su compañero, Jaime Segundo Franco Ávila, desapareció en Santa Marta en 2003. Desde entonces, ella no solo ha buscado a Jaime, sino que ha acompañado a decenas de familias en la misma situación. “Si nosotros no los buscamos, nadie los busca”, dijo.
A lo largo de los años, ha brindado apoyo psicosocial, organizativo y legal, incluso cuando ya no cuentan con recursos externos. Para ella, cada etapa del proceso —desde la información hasta la entrega digna de los restos— debe ser compartida con los familiares.
Elkin Miranda, otro de los familiares presentes en esta acción humanitaria, lleva 17 años buscando a su hermano, quien desapareció en la vereda La Loma de Bálsamo, en Fundación. Lo último que supieron de él fue que quería enlistarse como soldado profesional. Luego, el silencio. Solo años más tarde apareció una fotografía publicada en Sabana Grande, Atlántico, donde se pedían datos de sus familiares. Aunque no quiso ahondar en las hipótesis sobre su desaparición, Elkin relató la angustia de no tener respuestas y la cercanía que tenía con su hermano: “Éramos más que hermanos. Por eso me golpeó tanto”. En su voz, la esperanza y el dolor conviven mientras observa de cerca la excavación en tierra, donde los equipos ya han empezado a encontrar fragmentos óseos.
Rubén Vargas también ha dedicado años a buscar a su padre, William Rafael, desaparecido tras irse a trabajar a Bogotá. Durante más de una década, su familia no supo si estaba vivo o muerto. Un día, una imagen en redes sociales lo cambió todo: autoridades buscaban a los familiares de un cuerpo hallado en un cementerio de la capital. Inicialmente, pensaron que estaba vivo. Luego llegó la confirmación: las huellas digitales coincidían.
“Fue como remover todo ese dolor”, recordó Rubén. A sus 26 años, combina el trabajo como barbero con el comercio. Desde niño asumió responsabilidades de adulto para apoyar a su madre y hermanos. Ahora, espera el viaje a Bogotá para estar presente en la exhumación. “Quiero tenerlo cerquita. Contarle tantas cosas que se perdió”, dijo, recordando cómo de niño se sentaba cerca de la puerta del salón escolar esperando que su papá regresara por él.
Gloria Buelvas es otra de las voces que representa la persistencia de las familias. Desde el 17 de mayo de 2001 busca a su hermano José, quien desapareció cuando se dirigía a recoger café en una finca de la Sierra Nevada. Años después, logró localizar a un exparamilitar que le confesó que su hermano fue retenido durante tres días y obligado a cavar su propia fosa.
La finca donde habría sido enterrado aún no ha sido intervenida por falta de permisos. Ella misma, como auxiliar de enfermería, aprovechó un contrato con la Gobernación para ingresar a esa finca. Reconoció el cuarto con la reja, el candado, la bonga donde supuestamente lo sepultaron. “Ahí está, pero no he podido hacer nada”, relató con impotencia. La Unidad le ha dicho que necesita la autorización del propietario del terreno, identificado por ella como “Pinillo”.
En Fundación, entre bóvedas blancas marcadas con flores y retratos, las antropólogas recuperan fragmentos de huesos bajo un sol de 38 grados. Con paciencia y respeto, los limpian, los documentan, y los empaquetan para su análisis. Paula Sánchez, una de las expertas, explicó que algunos de los cuerpos ya presentaban signos de necropsia previas y que, con esa información, se inicia un proceso para cruzar datos físicos, testimonios y perfiles genéticos.
La directora Forero enfatizó que cada entrega humanitaria es el momento más importante de la búsqueda, no solo por la identificación, sino por la dignificación. “Es el momento en que las familias sanan, reconstruyen, cierran su ciclo de dolor”.
Desde su creación tras el Acuerdo de Paz, la Unidad ha logrado recuperar más de 2.500 cuerpos. Sin embargo, la meta es aún enorme: más de 124.000 personas continúan desaparecidas. Con nuevos equipos territoriales, 92 planes regionales y metodologías más cercanas a las comunidades, la esperanza es seguir acelerando ese proceso, no para llenar cifras, sino para aliviar el duelo de miles de colombianos.
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