Al Oído | El crecimiento de Bolívar enfureció a Petro y al ala tradicional del Gobierno

En política, los amores no son eternos y los desamores no son definitivos.

Todo tiene una semilla, un origen y una explicación. Al presidente Gustavo Petro le gustan los tigres porque, aunque se creen muy bravos y sean depredadores –cosa que parece olvidar el mandatario–, también son domables. También se aguanta a las culebras porque, aunque son venenosas, cometen errores y se acaban con su propio veneno y, si no se acaban, alguien las puede pisar al arrastrarse.

Lo que no resiste es a los leones: esos que se deben a la manada, pero son los líderes, como un Gustavo Bolívar y no solo por la melena.

Desde la comunicación política, el líder tipo león normalmente no es querido por el gobernante o príncipe porque es valiente, fuerte y tiene autoridad dentro del nicho que ya en el pasado eligió al líder actual. Además, es hábil para trabajar en equipo y reconocido por su capacidad de tomar decisiones estratégicas. Su comportamiento refleja una combinación de liderazgo de masas, se apoya en narrativas emocionales y logra una comunicación efectiva con coraje.

Lo que diferencia a los “leones” del resto es su capacidad de trabajo en equipo: si bien son líderes, también son conscientes de la importancia de la cooperación dentro de la manada para lograr metas comunes. Es ahí donde vamos a detenernos.

Esta historia de amor y desamor entre los Gustavos tiene mucho de largo y ancho: años atrás, el presidente siempre buscó a Bolívar para que lo apoyara y, en ese momento, la respuesta siempre fue un ‘no’ porque Gustavo Bolívar no veía con buenos ojos ni a la política ni a los políticos. Su vida, hasta entonces, estuvo ligada no solo a escribir novelas sino a estudiar fenómenos sociales de corrupción.

Salió a las calles con un activismo que reunía a indignados de todo el país y encontró un punto en común, sin importar orillas políticas, a las personas que quieren mayores oportunidades, no soportan a los políticos y a quienes agota la corrupción, esa que incluso se ve en frascos gigantes en el Gobierno que llamaron “del cambio”.

Pasan los años y Bolívar le acepta a Petro el llamado. En esa campaña, lo subían a todas las tarimas y le creían en las narrativas que imaginaba para campaña. Fue Bolívar quien convenció al presidente de llamar a influenciadores y apoyar todo el material de campaña en estos fenómenos digitales: ahí sí era el gran Bolívar. Incluso lo llamaron a encabezar la lista al Senado, precisamente porque sabían lo que su imagen arrastraba.

En ese momento, el Pacto Histórico, coalición de la que forman parte tanto Bolívar como Petro, obtuvo 16 curules de la circunscripción nacional para el Senado, así como 25 curules de la circunscripción departamental territorial para la Cámara de Representantes. Los amores siempre arrancan bien.

Para acelerar la historia, píldora para la memoria: recuerden que el 11 de noviembre del 2024 les contamos Al Oído que conocimos una medición interna que se había pedido en Casa de Nariño sobre los funcionarios y el análisis de conversación digital, la cual encabezaba Bolívar en imagen positiva entre militancia. También punteó como el de mayor reconocimiento del Pacto y el que tiene la conversación digital más alta, que se acerca más a los ecosistemas digitales que únicamente logra el presidente.

Fue eso lo que encendió las alarmas y se pidió que, en eventos públicos, Bolívar no debía estar tanto en tarima, pues le quitaba protagonismo al presidente.

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