¿Cómo se llaman las hormigas que se comen en Colombia? Solo habitan en estas regiones del país
La crianza y caza de estos bichos es una tradición milenaria que se remonta a las tribus indígenas del departamento de Santander.

Hormigas culonas. Foto: Getty Images / Gonzalo Calle Asprilla
Colombia es un país reconocido alrededor del mundo no solamente por su biodiversidad, sino también por su diversidad cultural. A lo largo del territorio nacional se pueden encontrar un sinfín de tradiciones y costumbres únicos que dan forma a la identidad del país.
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Uno de esos elementos más distintivos es la amplia oferta gastronómica que se ve reflejada en platos como la bandeja paisa, el ajiaco, la mazamorra, entre otros. Sin embargo, hay una comida en particular que causa revuelo en más de un turista.
En ciertas partes del país es común encontrar una especie de insecto comestible que cualquier ciudadano y extranjero debe probar, aunque sea una vez en su vida. Se trata de la atta laevigata, mejor conocida comúnmente como la “hormiga culona”.
La hormiga que se come en Colombia
La hormiga culona es una especie de hormiga reconocida por ser de color rojo, contar con alas y tener un protuberante abdomen que es el origen de su nombre coloquial.
Los individuos de esta especie que se suelen consumir son principalmente las “princesas” de las colonias, las cuales vuelan una sola vez en su vida saliendo de su nido en búsqueda de un nuevo lugar en donde crear su propia colonia.
De acuerdo con la agencia gubernamental ProColombia, los lugares principales de producción de hormigas culonas son los municipios de San Gil, Curití y Barichara, en el departamento de Santander.
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Este animal es reconocido por sus propiedades analgésicas y antiinflamatorias. Su preparación como alimento viene de un trabajo heredado como tradición de varias generaciones. Se conoce que el pueblo indígena de la región conocido como los guanes tenía la costumbre de alimentar y cuidar estas hormigas para luego cazarlas en los meses de abril y mayo.
La preparación de este manjar santandereano se realiza con cuidado y dedicación. Cada hormiga es sumergida en agua, luego se le remueven las alas y el pico. Posteriormente, se dejan en agua y sal por un tiempo para finalmente freír en un poco de aceite aprovechando que el insecto suela su propia grasa. El resultado es un bocado frito y fácil de consumir.
Su importancia cultural es tal que se ha convertido en un símbolo de la identidad santandereana, llegando a ser representada en esculturas y representaciones en eventos o festividades. Pero su presencia no se limita a Colombia, pues también en exportada a países como Canadá, Gran Bretaña y Japón.
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