“Anónimas y resilientes”: el bullerengue como herencia viva de las cantaoras del Caribe colombiano
Un disco que se canta con la voz de las ancestras, producido por Manuel García-Orozco y liderado por mujeres mayores del Caribe, recoge el legado vivo de un género que resiste al olvido y renace desde los pueblos.

ENTREVISTA ALEJANDRA POMBO
07:22
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“Anónimas y resilientes”: el bullerengue como herencia viva de las cantaoras del Caribe colombiano. Foto: Suministrada.
En una maloka sonora tejida con versos, tambores y memoria colectiva, Anónimas y Resilientes emerge como un acto de resistencia cultural, una ofrenda ancestral y una celebración de la mujer afrocaribeña.
El proyecto, liderado por el productor Manuel García-Orozco y protagonizado por cantaoras como Yadira Gómez, es más que un álbum: es una rueda de bullerengue que se transforma en archivo viviente del alma sonora del Caribe colombiano.
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La semilla fue sembrada por Petrona Martínez, la icónica cantadora de San Cayetano que soñó con reunir a mujeres de distintas regiones para una rueda de bullerengue como las de sus ancestras.
“Ese fue su último deseo”, recuerda García-Orozco. A partir de ese anhelo, el productor —quien trabajó con Petrona en sus últimos tres discos, incluido el Grammy por Ancestras— emprendió un viaje por Bolívar, María La Baja, San José del Playón y Villa Gloria, buscando a esas guardianas del canto.
Pero Anónimas y Resilientes no busca encajar en los moldes del folclorismo tradicional. García-Orozco lo explica con claridad: “El festival congela las formas del bullerengue, como si fueran objetos de museo. Pero en los caseríos, el bullerengue es diverso, vivo, cambiante. No hay tres aires: hay muchos. Hay pullas que no son las de gaita, hay fandangos que se funden con porros. Aquí, cada mujer trae su forma, su herencia, su tiempo”.
Esa diversidad es la esencia del disco. Cada pista es un testimonio sonoro irrepetible. No hay versiones “oficiales” de las canciones. Las melodías fluyen como el mar que baña la costa, con improvisación, repeticiones variables y emociones espontáneas. “El bullerengue es circular, pero no como un círculo perfecto. Es una espiral que se transforma con cada voz, con cada tambor”, dice García-Orozco.
Y en esa espiral aparece la voz profunda de Yadira Gómez, tamborera, cantaora y formadora de nuevas generaciones en los manglares de Villa Gloria. “Cuando yo toco el tambor, los niños se me arriman, se pelean por tocar. Ya dije que tengo que buscar más tambores para enseñarles. A ellos les gusta, y si ellos quieren, hay que tener paciencia y enseñarles”, cuenta con orgullo. “Eso es lo que yo quiero, que el bullerengue no muera. Que más viejonas lo canten y más jóvenes lo aprendan”.
El momento más conmovedor del proyecto ocurre en el track final, Entre presencias y ausencias, donde Fernanda Peña canta sobre su propia despedida, consciente de que la muerte estaba cerca. “Adiós Fernanda, adiós, Fernanda”, se le escucha entonar con dulzura y fuerza. Murió a los 106 años durante la pandemia, sin despedidas. Pero su voz quedó. “Esa voz no solo es suya”, dice García-Orozco. “Es la voz de su abuela, y de la abuela de su abuela. Cuando escuchamos el disco, estamos oyendo generaciones enteras”.
Más allá del sonido, el proyecto plantea una reflexión sobre el lugar de la memoria oral en un mundo dominado por las industrias culturales. “Mi trabajo es amplificar saberes. Y estos saberes no se aprenden en cinco años como un título. Una voz bulleranguera toma 60 o 70 años en formarse”, sentencia el productor.
Anónimas y Resilientes ya está disponible en plataformas digitales y prepara un cortometraje documental que visibiliza a estas mujeres en sus territorios, rodeadas de niños, tambores y comunidad. Como dice Yadira: “Aquí me quedo. Esta tierra es mía”. Y con ella, su canto.
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ENTREVISTA Anonimas y Resilientes
15:50
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