El cóctel como relato: entre décadas, memoria y conciencia
Dicen que, en Nueva Orleans, a mediados del siglo XIX, un boticario criollo servía mezclas de brandy y amargos en pequeñas tazas llamadas coquetiers. Con el tiempo, la palabra derivó en cocktail, y con ella nació una forma de narrar la historia a través del gusto.

ENTREVISTA ALEJANDRA POMBO
07:22
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Imagen de referencia. Foto: Suministrada.
Desde su origen incierto, el cóctel ha sido símbolo de época, creatividad y resistencia. Una de las teorías más aceptadas lo ubica en 1838, cuando Antoine Peychaud, boticario en Nueva Orleans, mezclaba brandy y amargos caseros en recipientes de porcelana llamados coquetiers.
La deformación del término en boca angloparlante dio origen a la palabra cocktail, iniciando así una tradición que mezcla técnica, estética y relato.
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Esa tradición no solo ha evolucionado en sabor, sino también en significado. Un recorrido por la historia reciente del cóctel puede rastrearse a través de sus íconos: desde el espíritu rebelde de los años 70 —evocado en una barra dedicada a Jack Daniel’s y su vínculo con el rock y la contracultura— hasta la explosión tropical de los 80, con Aperol Spritz y una barra de rones caribeños inspirada en el estilo tiki y el imaginario isleño.
Los 90, marcados por la cultura pop globalizada, tienen como emblema la Margarita: el cóctel protagonista de bares, series y celebraciones de la época. El nuevo milenio trajo consigo una ruptura con los moldes clásicos.
En los 2000 aparecen barras como Casa Campari, dedicada a la experimentación; Monkey Shoulder, que resignifica el whisky como bebida joven y versátil; Perrier, que representa el auge de la coctelería baja en alcohol; y Patronage & Wine, como manifestación de una coctelería de vanguardia que mira hacia el futuro.
Todo este recorrido se vivirá el 25 y 26 de julio en el Museo El Chicó, durante la celebración de Mixelao Fest, un evento que invita a explorar la historia del cóctel a través de siete estaciones temáticas, con enfoque sostenible y una experiencia multisensorial que incluye un pasaporte con sorpresas para quienes completen el viaje.
Y si el inicio del cóctel fue accidental o creativo, su reinvención ha sido constante. Durante la Ley Seca en Estados Unidos, en los años 20, los bartenders mezclaban frutas, miel y cítricos para ocultar el sabor áspero del alcohol ilegal. Así nacieron clásicos como el Sidecar y el Bee’s Knees.
Hoy, esos cócteles no solo sobreviven: cuentan la historia de una época. Como siempre ha hecho el cóctel —entre hielo, relato y memoria— cada vez que alguien levanta un vaso.
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