Colombia reafirma la protección del chigüiro y descartó leyes que permitan su caza comercial
El chigüiro o capibara es considerado el roedor más grande del mundo y una especie clave en los ecosistemas de la Orinoquía.

Chigüiros en Casanare. Foto: Getty Images.(Foto: Getty Images)
El chigüiro o capibara, considerado el roedor más grande del mundo y una especie clave en los ecosistemas de la Orinoquía, seguirá protegido en Colombia, según confirmó este lunes el Ministerio de Ambiente, que descartó la aprobación de su caza con fines comerciales.
“No existe ninguna resolución en trámite ni interés en habilitar la caza comercial del chuigüiro”, aseguró la ministra de Ambiente, Lena Estrada Añokazi, quien añadió que el Gobierno “no autorizará la cacería comercial de esta especie”.
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La ministra hizo estas declaraciones tras una controversia en torno a un supuesto proyecto normativo que abriría la puerta al aprovechamiento comercial del chigüiro (Hydrochoerus hydrochaeris), también conocido en algunos países como capibara o carpincho.
El Ministerio aclaró que únicamente se lleva a cabo un proceso técnico interno basado en estudios científicos que responden a un fallo del Consejo de Estado de 2001 que ordenó diseñar un modelo de manejo sostenible para la especie.
No obstante, la ministra explicó que el marco legal actual, centrado en el bienestar animal y la protección de los “seres sintientes”, hace inviable autorizar su aprovechamiento comercial.
“El contexto ha cambiado. Hoy, las prioridades son el cuidado de la vida, la conservación de la biodiversidad y el trato digno a los animales”, afirmó la ministra, quien también pidió a las autoridades de Bogotá y de la región de los Llanos Orientales reforzar los controles contra el tráfico ilegal de carne de chigüiro, que fomenta la criminalidad ambiental.
Esta especie habita en grupos familiares cerca de cuerpos de agua dulce como ríos y humedales, donde se reproduce, se refugia de los depredadores y regula su temperatura. Es un animal social, cooperativo, y su dieta herbívora ayuda a crear pequeños nichos de biodiversidad.
Aunque su carne es apreciada en algunas regiones de Colombia y llega incluso a la alta cocina, su venta está prohibida por las autoridades ambientales en varias zonas del país, y su consumo es objeto de debate entre la tradición cultural y la conservación ambiental.
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