Contrabando de cigarrillos: un delito que fortalece el crimen organizado en Colombia
Según Invamer, el 36% de los cigarrillos que se comercializan en el país son de contrabando, un fenómeno que representa una amenaza directa a la seguridad nacional. Le contamos los detalles.

Colombia
Durante los últimos años, el contrabando, un delito de alto impacto que históricamente ha sido percibido como una infracción aduanera menor, se ha convertido en una de las principales fuentes de financiamiento del crimen organizado y en un fenómeno criminal de gran escala, por lo que es comparable en términos de estructura, rentabilidad y peligrosidad al tráfico de drogas.
En ese sentido, mientras que en la teoría el contrabando consiste en el ingreso de mercancías al territorio nacional sin cumplir con los requisitos legales de importación, evadiendo impuestos y aranceles, en la práctica comprende una compleja red de operaciones, que involucra el ingreso clandestino de productos a través de rutas controladas por grupos armados ilegales, así como sofisticadas estrategias de evasión fiscal y corrupción institucional, que han sido aprovechadas por organizaciones criminales como una fuente rentable y continua de financiación.
Según estimaciones recientes de la DIAN, entre 2018 y 2022, el 10% de las importaciones en el país correspondieron a productos de contrabando, generando pérdidas fiscales superiores al billón de pesos anuales. No obstante, otras mediciones concluyen que la cifra podría ser incluso superior.
En el caso de los cigarrillos, según la última encuesta de Invamer, el 36% de lo que se comercializa en el país es de contrabando, un fenómeno que, solo en 2024, generó pérdidas a los departamentos por más de 1 billón de pesos.
En ese sentido, autoridades como la Policía Fiscal y Aduanera (POLFA) han incrementado sus controles en puertos, fronteras y en procesos de control posterior. Además, si bien entre enero y junio de 2025 esta entidad reportó la incautación y aprehensión de más de 5.8 millones de cajetillas de cigarrillo de contrabando, la rentabilidad de este es un gran negocio, por lo que requiere de un trabajo interinstitucional, así como de un marco regulatorio y sancionatorio que busque acabar con este flagelo.
En el caso del comercio ilegal de cigarrillos, se estima que las organizaciones criminales obtienen ingresos cercanos a los 250 millones de dólares al año, con márgenes de ganancia que pueden alcanzar el 700%. Esta actividad se ha consolidado especialmente en departamentos como La Guajira, Norte de Santander, Antioquia y Nariño, donde la presencia de organizaciones criminales como el Clan del Golfo, las disidencias de las FARC, el ELN y organizaciones transnacionales como el Tren de Aragua, ha facilitado el control de rutas y la protección de cargamentos ilegales.
Según el mismo estudio de Invamer, la mayor parte del contrabando de cigarrillos proviene de Uruguay, con un 10,1%; Corea del Sur, con un 4,9% y de manera incremental, Estados Unidos, con un 8,5%. Las marcas de cigarrillos ilegales más comercializadas en Colombia son ‘Rumba’, que alcanzó el 13,4%, ‘Carnival’, con un 3,5% y ‘Real’ con un 1,8%.
A su vez, la mayoría de los productos hacen tránsito en Panamá y el Caribe, usando los puertos de Turbo, Cartagena, Puerto Nuevo y Buenaventura. Desde allí, se distribuyen hacia Medellín y Bogotá para ser comercializados, así como hacia Ipiales para ser transportados a Ecuador. En casos como el del tabaco paraguayo, luego de entrar al país es transportado hacia Maicao y otras ciudades, para luego ser distribuido en centros urbanos como Cúcuta, Bucaramanga o Montería.
De esta manera, el contrabando no solo erosiona las finanzas públicas, sino que también representa una amenaza directa a la seguridad nacional. La disputa por el control de las rutas y mercados ha generado violencia en regiones históricamente afectadas por el conflicto armado. Además, el ingreso de productos sin control sanitario pone en riesgo la salud pública, teniendo en cuenta que pueden ser productos alterados.