Actualmente la organización cuenta con 35 voluntarios, la mayoría de ellos en situación de discapacidad. | Foto: cortesía - Fundisca

Actualmente la organización cuenta con 35 voluntarios, la mayoría de ellos en situación de discapacidad. | Foto: cortesía - Fundisca

Con deporte y empleo, esta fundación lleva inclusión para la población con discapacidad en Caucasia

En una región marcada por la pobreza y el conflicto, Aníbal Álvarez y Míriam Santos, ambos con discapacidad, crearon Fundisca, una organización que hoy es faro de inclusión y resiliencia.

En 2002 nació la Fundación de Personas con Discapacidad de Caucasia, Fundisca, fruto del esfuerzo de un grupo de hombres y mujeres que decidieron organizarse para transformar lo que socialmente se considera como adversidad en oportunidades. Sus fundadores, Aníbal Álvarez, quien quedó en silla de ruedas tras un accidente, y Míriam Elena Santos, sobreviviente de la poliomielitis, vieron en la unión la posibilidad de transformar vidas.

“Nos reuníamos en los parques porque no teníamos un espacio propio. Era incómodo, pero la necesidad nos impulsaba a seguir”, recuerda ella. Fue gracias al SENA y a organizaciones solidarias que recibieron formación en liderazgo y cooperativismo, para consolidar su proyecto.

La fundación comenzó con cinco socios fundadores, todos con diferentes tipos de discapacidad, decididos a dejar de esperar soluciones externas y a crear las propias. Así nació Fundisca, oficialmente, el 20 de julio de 2002, como un espacio de encuentro, aprendizaje y dignidad.

Tras más de dos décadas, la organización tiene una sede propia y ha logrado impactar a más de 850 personas en Caucasia, Antioquia, y municipios vecinos, extendiendo su labor más allá de las limitaciones iniciales.

Esperanza en medio de la adversidad

De acuerdo con la Secretaria De Salud Municipal, de las 2.253 personas discapacitadas que viven en Caucasia, 57,3% son hombres y 42,7% mujeres. | Foro: cortesía - Fundisca

Este esfuerzo cobra aún más relevancia cuando se entiende el contexto de Caucasia. De acuerdo con datos registrados por la Unidad de Víctimas, de 93.843 personas (estimado DANE 2025) que viven en la región, 44.889 son víctimas del conflicto armado.

Por otro lado, el Informe de Calidad de Vida en Antioquia 2023, de la iniciativa Antioquia Cómo Vamos, reveló que el 56% de los hogares en el Bajo Cauca sufren inseguridad alimentaria moderada o severa. Además, la informalidad laboral afecta al 70% de los trabajadores y la pobreza multidimensional alcanza al 25% de los habitantes.

El panorama social también refleja fracturas internas. Datos de la Secretaría de Salud y Desarrollo Social de Caucasia, reflejan que a 2024 la violencia intrafamiliar afecta principalmente a mujeres (83% de los casas) y jóvenes (1 de cada 3), en un municipio en el viven cerca de 2.253 personas con discapacidad.

Ante este escenario, Fundisca se ha convertido en un faro de esperanza. “Muchas personas creen que no pueden hacer nada por tener una discapacidad. Nosotros les demostramos que sí pueden salir adelante”, expresa Aníbal.

Su trabajo atiende a personas con discapacidad, a sus familias, cuidadores, comunidades indígenas y afrodescendientes, ofreciendo formación, acompañamiento y apoyo psicosocial en medio de un entorno adverso.

Transformar vidas

Las personas de 15 a 29 años concentran el 16% de la población discapacitada en Caucasia, situación que sugiere, según la Secretaria de Salud Municipal, un alto riesgo en población joven por factores sociales, económicos, de violencia, etc. | Foto: cortesía - Fundisca

La organización cuenta con tres líneas de trabajo específicas: promoción de derechos, inclusión laboral y participación política. Programas como “Apoyo entre pares”, donde personas con discapacidad motivan a otras en su misma condición, son ejemplo de la fuerza de su solidaridad.

Otra de sus iniciativas fue la creación de un gimnasio adaptado, que ha beneficiado a pobladores en Caucasia y zonas rurales, fomentando la rehabilitación física y la integración social. “Es un espacio donde no solo se hace ejercicio, también se aprende a creer en uno mismo”, agrega Aníbal.

Es por ello que, historias como la de Natalia Jaramillo, una mujer con discapacidad intelectual que encontró en el deporte adaptado una forma de apoyar a su comunidad, han marcado su trayectoria. “Ella se convirtió en entrenadora deportiva y visitaba casas motivando a otros. Decía feliz: ‘Soy entrenadora’. Siempre la recuerdo así”, cuenta Míriam.

En complemento al gimnasio, la fundación promueve la práctica de deportes adaptados como goalball y boccia. Estos espacios han permitido que los beneficiarios participen en actividades que no solo los mantienen en movimiento, sino que también fomentan la interacción social.

El goalball, se juega con un balón sonoro que emite ruido al rodar; los equipos, conformados por dos o más jugadores, deben lanzarlo de un extremo a otro de la cancha sin permitir que atraviese su portería, guiándose únicamente por el sonido.

La boccia, por otra parte, es un deporte similar al boliche o al golf, en el que los jugadores lanzan una pelota pesada con la mano hacia un objetivo ubicado en un hoyo, lo que exige precisión y control; este está diseñado principalmente para personas con movilidad reducida, pero con visión conservada.

Sueños de futuro

El trabajo que realizan en su comunidad no esta lejos de las dificultades. La falta de recursos y la violencia en la región han puesto a prueba la constancia de la fundación. “El tema financiero es una de las principales limitantes, pero también lo es la inseguridad por los paros mineros o el conflicto armado”, reconoce Míriam.

Para sostenerse, FUNDISCA combina recursos de proyectos puntuales de autoridades locales o entidades privadas con emprendimientos propios. Entre ellos, la elaboración y venta de productos de aseo, escobas, traperos, cepillos, escobillones, recogedores y bombas sanitarias; y la producción de artesanías y objetos decorativos en fique, como bolsos y tapetes, hechos a mano por sus integrantes.

“Todo en la fundación es valioso, porque lo hacemos nosotros mismos. Elaboramos los productos y con ellos financiamos parte de nuestro trabajo”, señala Aníbal, quien recuerda que también han recibido apoyos puntuales de universidades y organizaciones como Humanity & Inclusion (HI), anteriormente conocida como Handicap International.

A futuro, la fundación sueña con ampliar su alcance a todo el Bajo Cauca, el Nordeste y parte de Córdoba. “Queremos demostrar que, aun con nuestras barreras, podemos ser ejemplo de superación. Somos nosotros mismos, con nuestras dificultades, quienes vamos a motivar a otros”, concluye Móriam.

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