El Metro de Bogotá redefine la ciudad: impactos en movilidad, suelo y vida urbana
Prisa Media reunió reunió a representantes del sector público, privado y académico en la Primera Cumbre Bogotá Moderna para evaluar el alcance de este sistema de transporte en términos de movilidad, equidad y crecimiento urbano.

Expertos coincidieron en que el Metro de Bogotá cambiará no solo la movilidad, sino también la dinámica urbana y social. | Foto: W Radio
Durante la Primera Cumbre Bogotá Moderna: Los megaproyectos que transforman la capital, organizada por Prisa Media, expertos y académicos coincidieron en que el Metro de Bogotá no solo transformará la movilidad de la ciudad, sino que redefinirá el tejido social, cultural y urbano de la capital.
El gerente de la Empresa Metro de Bogotá, Leonidas Narváez, abrió la conversación asegurando que el proyecto avanza a buen ritmo y que su impacto irá mucho más allá de la infraestructura. “Con el metro se regresará el tiempo a las personas, la agenda de los bogotanos ya no estará sujeta al tráfico”. Esa ganancia, señaló, cambiará la rutina de millones de personas. “Habrá más tiempo para estar en familia, para educarnos y generará más bienestar”.

Para Leonidas Narváez, gerente de la empresa Metro, el proyecto trasciende la infraestructura: será un motor de transformación social para Bogotá. | Foto: W Radio
Narváez, explicó que el sistema será eléctrico y automatizado, con tecnología digital que permitirá monitorear el movimiento de la ciudad en tiempo real. Además, aseguró que “el metro evitará la emisión de 172 toneladas de CO₂ y el consumo de 19 millones de galones de combustible”, lo que comparó con tener “dos parques Simón Bolívar reforestados”.
Sin embargo, insistió en que la transformación no será solo técnica: el metro será también una escuela de cultura ciudadana. “Se consolidará una cultura de respeto y convivencia, un sentimiento de orgullo. El metro será una herramienta para el cambio de hábitos”, explicó.
A su turno, María Carolina Castillo, presidenta de ProBogotá Región, aseguró que la primera línea representa un punto de inflexión en la estructura de la ciudad. “El metro es un hito de transformación urbana que genera equidad”, dijo, señalando que la renovación alrededor de su trazado permitirá reducir desigualdades y crear nuevas oportunidades de desarrollo.
“En una ciudad que se había quedado sin suelo, el metro establece uno nuevo, siendo una apuesta por una ciudad más compacta, no solo en vivienda, sino también en servicios y empleo” señaló Castillo. Con ello, destacó que el sistema redefine las zonas de expansión y orienta la inversión hacia corredores con mayor conectividad, donde la densificación y el transporte público pueden avanzar de manera integrada.
Además, destacó la capacidad del sistema para unir a la ciudadanía en medio de la polarización. “El metro nos ha permitido tener un propósito común como ciudad”, afirmó. Asegurando que pese a los cambios de administración y los debates políticos, el proyecto se ha mantenido como un eje de continuidad en todos los sectores.

Para los investigadores la transformación urbana alrededor del Metro debe generar oportunidades de vivienda, empleo y servicios, sin dejar de lado la accesibilidad y la conectividad. | Foto: W Radio
Finalmente, la conversación giró en torno a la valorización del suelo. Juan Pablo Bocarejo, director de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de los Andes, resaltó que con base en una investigación de la Universidad y el Lincoln Institute of Land Policy “Bogotá valía 11% más solo con el anuncio del metro”.
No obstante, advirtió que el reto está en que ese valor no sea captado únicamente por el sector privado. “El metro está haciendo su tarea, pero otros sectores también deben hacer la suya”, insistió, resaltando la necesidad de mejorar la accesibilidad, la caminabilidad y las ciclorutas que conectan con las estaciones. “Lo peor que podría pasar es que la gente llegue en mototaxi al metro”, concluyó.
En conjunto, los panelistas coincidieron en que el impacto del Metro de Bogotá trasciende la obra de infraestructura y se proyecta como un punto de inflexión en la valorización, el ordenamiento territorial y la dinámica económica de la capital. Más que una obra de transporte, el proyecto plantea un nuevo modelo de ciudad que exige coordinación entre el Estado, la empresa privada y la ciudadanía.