Al Oído | La soberbia que lleva al desprestigio: ¡una corona que quedó grande, Laura Gallego!
La renuncia de la ex señorita Antioquia, Laura Gallego, tras sus declaraciones sobre “dar bala”, expone un síntoma grave en el debate público colombiano: la banalización de la violencia. No es libertad de expresión, es irresponsabilidad.

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Laura Gallego | Foto: Redes Sociales
Al Oído de cómo la soberbia lleva al desprestigio.
Ayer renunció la ex señorita Antioquia, Laura Gallego, después de sus polémicas declaraciones en redes, donde preguntaba —con ligereza— “¿a quién le darían dar balín?”.
Lo dijo, según ella misma, para hacerse viral.
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Pero aquí lo repito con respeto y claridad: dar bala no es una postura política.
Laura Gallego no renunció por tener opinión, renunció porque cruzó la línea entre opinar y promover un delito, entre hablar de política y agitar el odio.
Y hay que decirlo sin rodeos: Colombia no soporta más discursos que normalicen la violencia, vengan de donde vengan.
En esa ligereza olvidó que más del 80% de las familias antioqueñas han sufrido el conflicto. Esa no es la Antioquia del empuje y la berraquera, esa es la Antioquia del dolor, y ella, que se supone debía representar a las mujeres antioqueñas, se quedó en un lugar muy lejano.
Y me preocupa aún más el silencio de muchos frente a esta banalización de la violencia.
Porque sí, cuando una exreina habla de “dar bala” está mal, pero también cuando el presidente Gustavo Petro sube a una tarima y lanza frases de guerra, divide, señala y agita odios, está haciendo lo mismo: normalizar la confrontación.
En este país, como hace años lo decía el presidente Petro, unos motivan el odio… y otros terminan apretando el gatillo. Lo doloroso de olvidarlo es que esto fue lo que apagó la vida de Miguel Uribe Turbay. Salieron de agitar odio en discursos y luego eso causó efecto. Ojalá esta indignación nacional se hubiera dado, de pronto tendríamos a Miguel con nosotros.
Por eso, ni de un lado ni del otro puede haber indulgencia.
Y quiero decirlo también como mujer: las reinas no se ven más lindas calladas, y eso se sabe de años, Laura quiere confundir, no hay que olvidar mujeres tan espectaculares como Gabriela Tafur o Paulina Vega, quienes siempre, desde el certamen, dieron sus opiniones. Adicional, las mujeres llevamos años demostrando que tenemos voz, que lideramos, que pensamos y transformamos que somos valerosas.
Las verdaderas reinas no solo desfilan: madrugan, trabajan, crían, enseñan, luchan, las que sacan adelante un hogar, las que sostienen empresas, las que se paran con carácter a defender sus ideas.
A ellas, a esas mujeres valientes, les debemos respeto y ejemplo, esas mujeres sí que saben llevar una corona, pero por ‘likes’ invitar a la violencia y pasar del anonimato, a la vergüenza, por la soberbia, es doloroso.
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El problema no es equivocarse —todos lo hacemos—, sino insistir con soberbia en que no se ha fallado. Nunca fue libertad de expresión, fue irresponsabilidad.
Colombia no puede seguir premiando la provocación.
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